Vivimos dentro de una película de Ciencia Ficción, de esas en las que un virus amenaza a toda la humanidad, sólo, que ésta vez, no es una película.
Amanece, abres la ventana y solo se oye el silencio, el silencio de los seres humanos, no se oyen coches, ni música, ni risas.
Se ve algún vecino cabizbajo caminando despacio, por una vez no tiene prisa por llegar a algún sitio. La bolsa de basura que lleva se balancea perezosa al ritmo de sus pasos. Lleva guantes y una mascarilla improvisada, que le da la falsa seguridad necesaria para salir a la calle.
Algún coche pasa, y la sensación es que pasan más despacio como si no quisieran hacer ruido, tratando de pasar desapercibidos.
Hace un día magnifico, si no fuera por ese silencio...., pero bien pensado, sigue haciendo un maravilloso día. Se oye mejor que nunca la leve brisa que se ha levantado, el canto de los rabilargos y los mirlos. Los buitres vuelan como siempre.
Desde casa se ve el Yelmo, tan solitario, tan cerca y a la vez tan lejos. A lo mejor tendremos que abrir los senderos cuando todo esto acabe, incluso espantar a los lobos y jabalies que extrañados de no ver humanos multicolores se habrán acercado a los pueblos a ver si es que pasa algo.
Y es que sí, algo pasa, que ahora solo se escucha a la naturaleza seguir su camino.
1 comentario:
Todo cierto como la vida misma que nos ha tocado pasar estos días.
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