jueves, 21 de junio de 2007

ENTRE PINTO Y VALDEMORO

A treinta leguas de Pinto
y quince de Valdemoro,
esperando a su morita
allí se encontraba el moro
a la sombra de aquel árbol
aunque mucha no le daba
por que era un poco chaparro.
Solo le tapa los pies
y esas babuchas tan viejas
que le dio Abú Simbel
el que tenia el harén,
en el zoco de Toledo
donde conoció a Zoraida
y de ella quedó preso.
Entre la danza de vientre
el olor a hierbabuena
y aquellos ojitos negros
quedo prendado de ella.
Y aunque su madre le dijo
no te vayas con Zoraida
porque es alegre de genio
y un poquito casquivana.
Quedaron en que a Granada
los dos juntos partirían
pues según todos decían
con sus huestes por el Tajo
el rey Alfonso venia.
De todo tiene la culpa
ese Pelayo el Astur,
de cabras era pastor
y se ve que se aburría
empezó de correrías
y luego le hicieron rey
y por culpa de aquel lance
estoy en este camino
y me veo en este trance.
Pasando al lado de él
unos judíos le dijeron
no esperes a la morita
la han visto por Aranjuez
con tu primo Ben-Jusuf
a lomos de su caballo
camino de Al-Andalus.
Y allí se quedo llorando
debajo de aquel chaparro
esperando que algún día
aquella mora vendría
andando, o en algún carro.
Aunque han pasado los años
se oye el lamento del moro
por que Zoraida no vino
y él allí se quedo solo
a treinta leguas de Pinto y quince de Valdemoro.