«A veces el destino se parece a una pequeña tempestad de
arena que cambia de dirección sin cesar. Tú cambias de rumbo intentando
evitarla. Y entonces la tormenta también cambia de dirección, siguiéndote a ti.
Tú vuelves a cambiar de rumbo. Y la tormenta vuelve a cambiar de dirección,
como antes. Y esto se repite una y otra vez. Como una danza macabra con la
Muerte antes del amanecer. Y la razón es que la tormenta no es algo que venga
de lejos y que no guarde relación contigo. Esta tormenta, en definitiva eres
tú. Es algo que se encuentra en tu interior. Lo único que puedes hacer es
resignarte, meterte en ella de cabeza, taparte con fuerza los ojos y las orejas
para que no se te llenen de arena e ir atravesándola paso a paso. Y en su
interior no hay sol, ni luna, ni dirección, a veces ni siquiera existe el
tiempo. Allí solo hay una arena blanca y fina, como polvo de huesos, danzando
en lo alto del cielo. Imagínate una tormenta como ésta.»
«Y cuando la tormenta de arena haya pasado, tú no
comprenderás cómo has logrado cruzarla con vida. ¡No! Ni siquiera estarás
seguro de que la tormenta haya cesado de verdad. Pero una cosa sí quedará
clara. Y es que la persona que surja de la tormenta no será la misma persona
que penetró en ella. Y ahí estriba el significado de la tormenta de arena.»
MURAKAMI