Vivimos dentro de una película de Ciencia Ficción, de esas en las que un virus amenaza a toda la humanidad, sólo, que ésta vez, no es una película.
Amanece, abres la ventana y solo se oye el silencio, el silencio de los seres humanos, no se oyen coches, ni música, ni risas.
Se ve algún vecino cabizbajo caminando despacio, por una vez no tiene prisa por llegar a algún sitio. La bolsa de basura que lleva se balancea perezosa al ritmo de sus pasos. Lleva guantes y una mascarilla improvisada, que le da la falsa seguridad necesaria para salir a la calle.
Algún coche pasa, y la sensación es que pasan más despacio como si no quisieran hacer ruido, tratando de pasar desapercibidos.
Hace un día magnifico, si no fuera por ese silencio...., pero bien pensado, sigue haciendo un maravilloso día. Se oye mejor que nunca la leve brisa que se ha levantado, el canto de los rabilargos y los mirlos. Los buitres vuelan como siempre.
Desde casa se ve el Yelmo, tan solitario, tan cerca y a la vez tan lejos. A lo mejor tendremos que abrir los senderos cuando todo esto acabe, incluso espantar a los lobos y jabalies que extrañados de no ver humanos multicolores se habrán acercado a los pueblos a ver si es que pasa algo.
Y es que sí, algo pasa, que ahora solo se escucha a la naturaleza seguir su camino.
si te caes, ya sabes, espabila, pero no dejes de intentarlo mientras aguante la cuerda
martes, 31 de marzo de 2020
domingo, 22 de marzo de 2020
El mundo está cambiando (Covid-19)
Hacía mucho que tenía abandonado el blog, el año pasado fue difícil en sus inicios y luego, pues tampoco tenía motivación para contar historias divertidas como hasta ahora.
Este año empezó como acabó el otro, es decir, con depresión, sí, una depresión, de las buenas, de las de verdad, de esas que nadie se las cree menos tú que la estás sufriendo, porque, nadie se imaginaba que una persona como yo podía tener una depresión.
Pero esto no va sobre mí, solo, que en mitad de mi marejada particular, en la que el mundo seguía pero yo me había parado, ha llegado un tsunami a todo el planeta en forma de pandemia global, llamado Covid-19.
Y cuando la gente de mi generación pensaba que qué suerte que ni habíamos vivido guerras, ni grandes catástrofes (bueno el cambio climático sería otro tema) pues llega un bichín, apenas perceptible por un microscopio electrónico y zarandea el mundo.
Ahora, todo el mundo se ha detenido. Sabemos como ha empezado pero estamos lejos de vislumbrar cómo y cuando va a acabar.
Llegan tiempos de reflexión. De ver qué valores son los importantes en la sociedad, y cuáles no. Esta sociedad deshumanizada por el consumo, el capitalismo, se ha dado de bruces contra la realidad. Esta sociedad que valora a la gente por los goles que mete, por el dinero que gana, por lo guapos que son, por las casas que tienen.......ahora vemos que en el fondo todos somos más iguales de lo que pensábamos.
Esta sociedad que en su mayor parte vive de espaldas al planeta, se ha visto azotada por un bichín minúsculo.
Ahora, sólo son libres el resto de animales que pueblan el planeta, mientras nosotros nos vemos encerrados en nuestras casas.
Me llama mucho la atención ver a los pájaros volar, y escuchar como cantan, ajenos a nuestra situación.
La naturaleza sigue su curso, pero nosotros, ahora ya no. Ahora estamos parados.
Esperemos que de aquí, salga una sociedad transformada, a mejor, más solidaria, más consciente del planeta en el que habitamos, de lo que somos, y de las cosas que de verdad importan.
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