Ya hace tiempo que parece que nos gusta el esquí de montaña en plan Hard Style.
Y no es que lo busquemos sino que a veces las cosas no salen como uno pensaba que iban a ser, ni los lugares son tan plácidos como esos en los que se recrea nuestra imaginación.
Y no es que lo busquemos sino que a veces las cosas no salen como uno pensaba que iban a ser, ni los lugares son tan plácidos como esos en los que se recrea nuestra imaginación.
E incluso nuestra pequeña e inocente Sierra de Guadarrama a veces se transforma y nos muestra su cara más dura.
El domingo tras ver la "fantástica" salida de Fernando Alonso en Malasía, pues me dije que ya había visto bastante, así que nos subimos a "foquear" (como dicen los modernos) a la sierra.
Había algunas nubecillas, pero las previsiones eran de poca precipitación y vientos flojos, así que siendo conocedor de la sierra como si fuera la palma de mi mano (claro que igual es que la palma de mi mano no la conozco tan bien como pensaba) no subimos para arriba.
La cantidad de nieve que hay es alucinante y encima esa noche había nevado un poco, así que estaba deliciosa para deslizarse por el manto nivoso.
Por cierto, perdón por la calidad de las fotos, pero es que he vuelto a perder la cámara de fotos one more time. Así que están hechas con el movilín.
La subida hasta bola del mundo fue placentera y vimos a muchos
esquiadores (madrugadores) disfrutando mucho de su bajada, así que pensé lo bien que lo íbamos a pasar cuando nos tocara bajar.
De bola del mundo bajamos hacia el conocido pluviómetro, por esa pala gigante y tan fácil que da gusto esquiar. Eso sí, el perrete parece que tiene un sexto sentido y se le veía gesto de preocupación.
Llegamos al conocido pluviómetro si parar de decir lo buena que estaba la nieve y lo bien que lo estábamos pasando.
De ahí bajamos gozando como niños hacia el nacimiento del Manzanares
Y empezamos a subir otra vez hacia Bola del Mundo, esta vez remontando el Manzanares hacia el Ventisquero de la Condesa (pobre Condesa anda que no tenía que pasar frío).
Curiosamente, el perrete, que siempre va por ahí a su bola alejado de nosotros, iba pegadito pegadito, como si tuviera miedo de algo.
Y la verdad es que se veía todo muy, muy, muy, negro por detrás.
Así que oficialmente nos pilló el marrón, pero bien, y al final tuvimos que tirar hasta de GPS para encontrar Bola del Mundo.
Y es que el perrete aunque parezca muy chulo a veces, la verdad es que es todo fachada.
Así que lo que prometía ser una bajada gloriosa por la norte de Bola, se convirtió en una bajada a ciegas en medio de una ventisca de esas que te crees que no puedes sufrir aquí en esta "pequeña" sierra.
Por lo menos, hemos aprendido a esquiar a ciegas :)